Paraguay actualmente siembra unas 150.000 hectáreas de arroz, no solo en la región oriental, como también se expandió a nuevos horizontes como el Chaco paraguayo y con grandes desafíos de rotación de cultivos.
Para el 2030 el Chaco paraguayo tendrá 500.000 hectáreas de arroz según afirmaron en la 44ª edición Expo Trébol.
Los desafíos diarios buscan alternativas para mejorar la valorización del producto, de manera que el precio consiga cubrir los gastos de producción y cosecha.
Una de estas alternativas es invertir en rotaciones de cultivos, especialmente la rotación entre arroz irrigado y soja, práctica que beneficia en varias maneras a la producción.
La mayoría de las áreas destinadas al cultivo de arroz irrigado contienen una elevada infestación de malezas de difícil control, principalmente el arroz colorado (arro-rá).
En el sentido de inhibir la presencia de estas infestaciones y proporcionar mejoras químicas y físicas en el suelo, la soja actúa como moderadora de estas malezas de difícil control, además de permitir que se utilicen herbicidas alternativos.
A diferencia del arroz irrigado, el cultivo de la soja no tolera el encharcamiento del suelo. Esta característica plantea la necesidad de técnicas específicas de manejo y monitoreo de las parcelas, fundamental para el éxito en la rotación.
La ventaja financiera no es la única ganancia de esta elección. La rotación de cultivos permite aún mayor cantidad de nitrógeno fijado en el suelo, lo que acarrea en ganancias de fertilidad, pues los arrozales rinden más cuando se cultivan en tierras recién usadas para la soja.
Productores del extremo sur del Estado de Rio Grande do Sul ya afirmaron tener una ganancia del 30% por encima del promedio de la región después de la adopción de la rotación arroz-soja.
Para que estos y otros beneficios sean alcanzados con éxito, algunos factores necesitan ser brevemente planificados, ya que estamos hablando de la integración de dos cultivos bien distintos. Estas cuestiones deben ser pensadas desde la preparación del suelo.
#1 - Drenaje y compactación
Los suelos bajos tienen como principal característica el drenaje deficiente del agua debido a su baja permeabilidad y la soja presenta baja tolerancia al exceso de agua.
El drenaje superficial es el manejo principal para la implantación de cultivos de secano en campos bajos antes de ser ocupados por arroz irrigado.
Con herramientas de seguimiento diario, por ejemplo a través de imágenes satelitales visibles diarias uno puede observar cómo se está comportando el drenaje de cada parcela para mejorar las operaciones del día a día y volver a utilizar la misma durante el periodo de inundación del arroz.
Las operaciones de drenaje y desagüe de las aguas son bien conocidas por los productores e implican el uso de valeteadoras y otros implementos que vacían los canales de las parcelas para controlar el comportamiento del drenaje durante la etapa de rotación.
También la presencia de una capa compactada cerca de la superficie del suelo, fruto de la preparación para la producción de arroz, puede comprometer el desempeño de la soja, pues reduce la infiltración de agua, interfiere en las cantidades de oxígeno y compromete el rendimiento de los granos de soja.
Por lo tanto, lo que acabamos de presentar es una alternativa que se desarrolló pensando en el uso sostenible de los cultivos de arroz irrigado donde aplicar tecnología en estos casos es mitigar riesgos directamente. ¿Querés descargar gratis el material completo en PDF para leer luego? >>> Envía BLOG a admin@prismapy.com para la descarga automática📥
Concluimos algunos beneficios de esta integración:
#2 - Ventajas de la rotación arroz/soja
1. Sostenibilidad financiera, por cultivo de gran valor económico.
2. Ganancia de fertilidad, fijación de nitrógeno en el suelo por la soja.
3. Disminución del nivel de infestación de malezas del cultivo de arroz.
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